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Querer pasar desapercibidos

"Querer pasar desapercibidos".

Fue a dónde Daniel y yo llegamos luego de compartirnos nuestras experiencias personales de los últimos meses.

¿Si lo han sentido también, no?

Cuando hay mucho en la cabeza y el cuerpo de alguna u otra manera también lo manifiesta.


Sentir mucho, tanto que quieres esconderte porque no sabes cómo mostrar la cara sin esas máscaras que le damos a la gente.

Unas máscaras inconscientes que usamos para protegernos porque "debemos" estar bien.

Porque debemos siempre mostrar nuestro lado más fuerte, más inquebrantable y e invencible.


Pero, ¿qué pasa cuando esas máscaras se achican tanto que ya no nos queda portarlas?

Porque las circunstancias se vuelven desconocidas a otras que no habíamos experimentado antes.


Cuando eso pasa solo queda la opción de crearnos una máscara aún más grande y así fingir que no sucede nada y pretender que continuamos como regularmente lo hacemos.

Y otra, que creo es la más difícil, es mostrar el rostro.

Mostrarnos tal y como somos, aceptar lo que está pasando y porque las medidas que antes nos quedaban se han ido descomponiendo... Junto con nosotros.


Aceptar el proceso, aceptar el cambio, y dejar ir...


Nuestro cumpleaños es una fecha en donde somos el centro de atención, donde sentimos ser lo que más importa en el momento, para uno mismo y para nuestro alrededor.

Experimentar esa fecha con la máscara chica y no estar listx para mostrarnos es de los procesos más confusos. Porque hay un amor que quizás es sincero pero no se siente así cuando estamos descubiertos.

Esas fechas "importantes" donde hay que estar bien porque se vuelve una responsabilidad y no una decisión.

Y fue así como nos permitimos vivir nuestro propio cumpleaños.

Siendo sinceros y quizás corriendo el riesgo de que nuestros invitados no aceptarán nuestro tiempo, nuestro sentir, nuestra energía, nuestra decisión de cómo ser y estar.


Pero lo que comenzó en un permiso que nos dimos. Con las personas indicadas, se convirtió en algo más y nos dejó sorprendidos.


Nosotros sin decir una sola palabra o explicar nuestro sentir escuchábamos comentarios como "ya no estén tristes, ¡es una fiesta!", "música, pongan música!", "Por favor baila conmigo!", "¿Te puedo dar un abrazo?", (abrazos que duraban como un minuto o más), "una fotooo", "¿Quieres que yo te sirva pastel?", "Te prendo un cigarro", "te quiero mucho, feliz cumpleaños".


Creo que para nuestra gente también era necesario "subirnos" el ánimo porque es algo que hacemos como seres humanos.

Es solo que...quizás era porque éramos el centro de atención.


Porque cuando se vive un duelo, por naturaleza, evitamos ser parte de esa energía ajena, (sin culparnos), solo es difícil pues, nadie queremos estar presentes cuando alguien descubre que su máscara está dejando de quedarle al otro.


Y eso no está mal.... Solamente (conscientes) queríamos representarlo mediante esta experiencia/ experimento.


Y al final, terminamos sorprendidos, con muchos sentimientos, como nostalgia, y algo de felicidad porque sin hablar o en nuestro caso tener que bailar, dijimos lo que estábamos sintiendo.


Escrito por Vivian Oviedo

Fotografía de Leoncio Valderrama VMA Casa Productora de Video y Fotografía


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